domingo, 10 de julio de 2016

Entre la constancia y la magia




A finales de mayo dibujé lo que estaba siendo mi rutina durante el curso. Al terminar me dí cuenta de que, escondida entre horarios ajustados, también había magia.

Ahora, con la flexibilidad de los días de verano, el ritmo es distinto. Aprovecho para pasar más tiempo con los instrumentos y así seguir conociéndonos un poco mejor. Observo mi postura al tocar, los movimientos de mi cuerpo y escucho con atención la respuesta que me devuelven los trastos que tengo delante. El tiempo se congela mientras estamos investigando, creciendo y estudiando hasta que a veces, sin previo aviso, empezamos a discutir. 

Y discutimos por las heridas de mis manos, por las horas dedicadas al estudio de pasajes que apenas duran unos segundos, por las carencias técnicas en las que tenemos que seguir trabajando o por sentir que todo esto nos queda grande. Y son esos días cuando llego a casa desanimada, a veces torturándome, y haciendo esfuerzos por desconectar. Y descansar.

Sin embargo, cuando volvemos a vernos nos saludamos con la misma ilusión y ganas de trabajar. Entonces seguimos investigando, creciendo y estudiando hasta que de repente llega un momento el que, sin saber cómo, aquello que nos parecía inalcanzable ha dejado de serlo. Y es en ese pequeño instante cuando se produce la magia. 


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P.D: Debido a motivos musicales y dado que todavía no controlo el arte de la clonación y la teletransportación, tanto la entrada del domingo que viene como la búsqueda de buzones mágicos quedan suspendidas. 




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