domingo, 24 de abril de 2016

Mi marimba falsa



De la familia del xilófono, con la apariencia de un piano de enormes láminas de madera cuya anchura y longitud disminuye a medida que el sonido va transformándose de más grave a más agudo, emitía una música dulce acompañada de una felicidad contagiosa cada vez que sonaba. La marimba era el instrumento de percusión que más atención y estudio requería por mi parte, puesto que había que combinar ritmo con melodía...Y su sonido no tardó en enamorarme.

Por aquel entonces se habilitó un horario para que los alumnos de percusión pudiéramos estudiar con la marimba una hora a la semana. Sin embargo, yo recuerdo pasar las tardes de los viernes con ella hasta que cerraban. Pero nunca era suficiente. Y como lo deseaba con todas mis fuerzas, construí una solución (algo pobre y provisional) con unos cuantos cartones de leche, un Plastidecor marrón y un poco de imaginación. Así nació mi marimba falsa: 




Siete años después, bajo el sol de una tarde de verano, mi profesor y yo recorríamos la autopista en un coche rojo. Con nosotros, un montón de tubos y hierros estratégicamente colocados, y unas láminas de madera guardadas con cuidado en una gran caja de plástico.